Nocturnidades

1

El alma quiere descanso
y ni la cama ni el café
le dan la paz que busca.

Noches como esta noche
me pregunto si soy la acción
o la piedra desprendida.

Puedo ver mi pasado
como un invento constante
que recreo en desmemoria .

Noches como esta noche.



2

Las venas que laten cada noche en su silencio habitual
han decido hablar y hacerse escuchar.
Cada vez que el huracán me habita,
los ríos huyen de mí imparables.
He dejado de ver las orillas del estanque
y las olas solitarias me recuerdan más el mar.
Entonces quizás las venas
me quieran recordar que,
en noches como esta noche,
no debiera dejar de nadar.


3

Y más allá
de cada paso
que falta dar,
más allá
(así el allá del paso primero
sea un presente continuo),
el instante de luz
es un ahora
que se sostiene
como el eterno segundo
del vacío malabarista.

Los ojos se abren
queriendo captar
la esencia atemporal.
Quieren ellos
que noches como esta noche,
de todos y nadas en potencia,
duren un parasiempre imposible.

Ahora es

Ahora que estamos a tiempo,
que respiramos el mismo atardecer,

ahora que en el universo
tenemos el mismo instante.

Ahora que no quedan trucos de coincidencia
ni casualidad,

ahora que nos conocemos,
que estamos,
y antes de dejar de estar.

Ahora
Ahora es
Ahora es momento
Ahora es momento de ser.







...

Reivindicación de la alegría

Histórica y socialmente desdeñado,
se traza, a pesar, el camino de la alegría.
Insisten en que nunca ha alzado un brazo,
en que nunca ha dado un rayo su osadía.
Como si pudiera acaso, tal solícito destino
ser el maquillaje de un estéril pantano,
y vender fantasías en el borde del abismo,
ofreciendo flores y entregando dardos.

Eclécticamente condenada, la alegría,
se ha avocado al hermetismo del silencio.
En su seno nos completa y maravilla,
y redundan las palabras que pensemos.
Se supone injustamente su simpleza,
laberínticas hazañas lo desmienten,
y se ansían su conquista y su defensa,
con el alma, con las uñas, con las sienes.

La alegría, que se instala paulatina,
se descubre cualquier día por sorpresa
y es tan simple como el agua del arrullo
y tan compleja como el fuego sin su mecha.

Al fin, después de todo,
también es un misterio
al que pocos se atreven a cantar por sus encantos.
Y tanto es asi que en este instante
temo que al final de mis cantares
mi alegría se haya disipado.