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Se apagó la última luz;
el último rastro de fe del alma
se marchó bien doblado entre tus ropas,
y fui yo quien algunas horas antes
empacó de ese modo toda esperanza.

Quedé sin ninguna fuerza;
me mantuvo en pie la inercia
de la aburrida y automática rutina.
Y fui yo quien lloró sin saber
cuantos días y noches pasaban tras la puerta.

Viniste a salvarme el alma,
y sin embargo no te veía con claridad
en el borroso enfoque de las lágrimas.
Y fui yo quien en sólo algunos segundos
eligió con todas sus fuerzas tu mano otra vez.

Sólo hay en mí, princesa,
flores que puedo salir a buscar
en los parques de puentes amarillos.
En esos parques de los que sólo sé
porque muchos años atrás los visité de tu mano.

Se apagó la última luz,
hace trescientos sesenta y cinco días,
de una vida distante de la que interpreto.
Y soy yo, quien sonríe con todo a cuestas
pensando en la alegría de los días por venir.


MAYO, 2010

2 comentarios:

INGRID YASMIN dijo...

Que suerte habernos elegido una y otra vez. Mi sonrisa, mi beso, mi amor para ti.

INGRID YASMIN dijo...

Es un loop?...